lunes, 22 de octubre de 2018

Pirámide trofica

La pirámide trófica
Como sabéis, soy un gran fan de la Regulación Biológica de Plagas.
A grandes rasgos, esto consiste en poner las condiciones necesarias para que los depredadores naturales aumenten su número hasta que puedan hacer un control efectivosobre las poblaciones de herbívoros que supongan una plaga para las cosechas.
Y para ello, no es necesario que tengamos centenares de miles de depredadores patrullando por el huerto, sino que nos basta con un escaso número de unas cuantas especies, para poder obtener los beneficios que proporciona tener un Ecosistema del Miedo bien formado.
Pero bueno, si tuviéramos miles de depredadores, su efecto sobre el ecosistema sería mayor, ¿no?
De hecho, una pregunta habitual que me hacen, es que, como los depredadores no tienen quien les controle, al final acabaría habiendo un número enorme de ellos, y su efecto sobre los ecosistemas sería igualmente perjudicial.
Y por eso nuestra obligación como Reyes de la Creación es matarlos, para que su número no crezca demasiado y sigan permitiendo que existan otras formas de vida.
Esta es la justificación (completamente absurda) que se suele dar en muchos sitios y desde muchos gremios para justificar la matanza de especies depredadoras, como lobos, zorros, garduñas, rapaces, o incluso reptiles, anfibios, arácnidos y otras muchísimas especies a lo largo y ancho del mundo.
Sin embargo, hoy veremos quién es el verdadero depredador de los depredadores, y porqué estos miedos son (como casi todos los miedos) absolutamente injustificados y resultado de la ignorancia sobre el funcionamiento de los ecosistemas.
Seguramente te suene la expresión “cadena alimenticia“, que no es más que una representación humana de los procesos de alimentación que ocurren en la naturaleza.
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